SOBRE LA VIDA Y MUERTE DE SÓCRATES
1. Biografías y Vidas: Enciclopedia Biográfica en línea
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/socrates.htm
2. Academia Sócrates: Apuntes biográficos http://www.academiasocrates.es/socrates/biografia.php
3. Wikipedia: Vida y pensamiento de Sócrates http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%B3crates
4. Monografías. com: Vida y muerte de Sócrates http://www.monografias.com/trabajos13/socrats/socrats.shtml
SOBRE TEORÍAS ÉTICAS
1. Biografías y Vidas: Enciclopedia Biográfica en línea
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/socrates.htm
2. Academia Sócrates: Apuntes biográficos http://www.academiasocrates.es/socrates/biografia.php
3. Wikipedia: Vida y pensamiento de Sócrates http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%B3crates
4. Monografías. com: Vida y muerte de Sócrates http://www.monografias.com/trabajos13/socrats/socrats.shtml
SOBRE TEORÍAS ÉTICAS
1. Enlace a página web donde encontrarás un resumen muy claro y conciso de las Principales Teorías Éticas.
2. Presentación en PPT (slideshare descargable) en el que se encuentra la información requerida para poder preparar tu presentación.
3. Vídeo a modo de presentación sobre las éticas fundamentales de la edad moderna
SOBRE DILEMAS MORALES
Uno de
los rasgos fundamentales de la conducta moral es que está guiada por unos
valores morales: decir la verdad, por ejemplo, es un valor moral y nuestro
comportamiento será moral siempre que digamos la verdad; cuando mentimos,
nuestro comportamiento es inmoral. Cuando no prestamos atención a esos valores
morales, nuestra conducta es amoral. Dicho de otra manera, la conducta moral
significa que nos sentimos obligados a cumplir con nuestro deber en una
determinada situación.
Ahora
bien, con frecuencia las situaciones a las que hacemos frente son complicadas y
son varios los valores que están en juego, resultando difícil respetarlos todos
o seguirlos completamente. Esto es lo
que se llama habitualmente un dilema moral: una situación en la que estamos
ante una alternativa que nos hace dudar y no tener demasiado claro lo que
debemos hacer. En algunas ocasiones puede que no nos demos cuenta ni siquiera
de que existe un dilema moral, pues no nos paramos a analizar la situación y
prestamos atención sólo a un aspecto del problema.
Podemos
poner un ejemplo de un dilema moral:
Torturar
a unos presos talibanes.
Juan y Luis son dos soldados del ejército español.
Hace unos meses fueron destinados a Afganistán, con el contingente de tropas
españolas que están en el país para su reconstrucción y para frenar el avance
de los talibanes.
Un día, mientras están patrullando, les ataca un
grupo de talibanes y logran secuestrar a dos compañeros. A los pocos días, los
talibanes exigen que sean liberados los presos que tiene el ejército español.
De no hacerlo ejecutarán a los dos rehenes españoles.
El comandante del puesto les ordena que interroguen
a los talibanes que tienen presos para poder averiguar dónde están escondidos
quienes tienen secuestrados a los soldados españoles. El comandante les ordena
que, en caso de no hablar, empleen todos los medios posibles para que lo hagan,
incluida la tortura.
¿Deben Juan y Luis torturar a los presos para
averiguar dónde están sus compañeros?
Para resolverlo, hay que dar los siguientes pasos:
Enumera varias opciones
A Juan y Luis se les plantea una difícil decisión. Planteada como dilema, obliga a
optar entre una de dos opciones. A veces es posible evitar el dilema buscando
soluciones alternativas. Esta búsqueda de alternativas favorece la capacidad de
encontrar otras soluciones y evitar el dilema.
Argumentación: argumentos a favor de cada opción
Para tomar
una decisión tenemos que buscar los argumentos que están a favor de cada una de
las dos opciones que se nos presentan. No sirve cualquier argumento, sino sólo
aquellos que pueden justificar moralmente lo que hacemos. Si alguien nos
pregunta por qué hemos pegado a un compañero en clase, podemos responder que ha
sido porque le odiamos; es sin duda una explicación, pero es muy difícil que
alguien considere que nuestra acción está justificada con esa explicación.
Explicar por qué hacemos las cosas no es lo mismo que justificarlas.
En el caso
del dilema, el problema consiste en que hay argumentos a favor de cada una de
las opciones. Para poder tomar una
decisión bien justificada es muy importante que tengamos en cuenta los diversos
argumentos, y no sólo los que hay a favor de la opción que, en principio, nos
parece buena, sino también los que hay a favor de la otra opción.
Los
argumentos que se suelen emplear en la argumentación moral son, en general, de
dos tipos: consecuencias y principios o valores.
Entendemos
por consecuencias los resultados que
generan nuestras decisiones, ya sean éstos perniciosos o favorables. Actuamos
para conseguir algo, y lo que obtenemos es una consecuencia de nuestra acción.
Además, al actuar incidimos en nosotros mismos y en los que nos rodean, de tal
modo que además de la consecuencia directa e inmediata hay otras más
indirectas, pero que también importan. Y con frecuencia hay al mismo tiempo
consecuencias positivas y negativas, para uno mismo y para los demás, por lo
que pueden entrar en conflicto y por eso tenemos un dilema.
Los principios son los supuestos, creencias o normas
fundamentales que guían nuestro comportamiento. Por otra parte, los valores nos
indican lo que apreciamos en esta vida y consideramos fundamental para lograr
una vida que merezca la pena. Si la amistad es algo valioso y se basa en la
confianza, traicionar a un amigo está mal porque rompe esa confianza y destruye
la relación de amistad. Del mismo modo debemos decir la verdad
independientemente de las consecuencias, pues la veracidad es un valor que guía
nuestro comportamiento. El bienestar físico, propio o ajeno, es igualmente un
valor importante, mientras que sufrir no es algo valioso.
En este
ejercicio te pedimos que enumeres el mayor número de argumentos posibles a
favor de cada una de las opciones.
Análisis del problema
Al actuar
tenemos en cuenta los valores morales, es decir, nos preocupa saber si lo que
hacemos está bien o lo que está mal.
Cuando hacemos lo que está bien, no sentimos satisfechos; cuando hacemos lo que
está mal, nos sentimos culpables y avergonzados. Considerados desde otro punto
de vista, los valores morales nos imponen una conducta: bueno es aquello que
debemos hacer y la conciencia nos dice que es la conducta correcta; malo es
aquello que no debemos hacer, nuestra conciencia nos dice que no es la conducta
adecuada.
Además,
cuando actuamos vamos buscando conseguir algo que consideramos bueno, que es
importante y valioso para nosotros y que de ello depende nuestra felicidad.
Los
dilemas morales se caracterizan porque son situaciones en las que estamos
obligados a tomar una decisión, pero nos damos cuenta de que existen varios principios
morales en juego y también varios bienes o cosas valiosas y que no es posible
atenderlos todos. Si hacemos una cosa, actuamos de acuerdo con un valor moral y
conseguimos algo, pero al mismo tiempo incumplimos otro valor moral y perdemos
también algo. No hay forma de satisfacer los dos valores o principios en juego
y nos vemos obligados a elegir. El primer paso para hacer frente a un dilema
consiste, por tanto, en darse cuenta de los valores y principios morales que
están en conflicto. Para ello, tenemos que tener en cuenta, en primer lugar, lo
que nos dice nuestra propia conciencia. Además debemos tener en cuenta los
valores que están vigentes en la sociedad en la que vivimos, valores que
algunas veces son muy explícitos y están bien definidos, como ocurre en códigos
morales del tipo de los Diez Mandamientos o de los Derechos Humanos. Es además,
importante, tener en cuenta la importancia que tienen para nosotros y el orden
jerárquico en el los situamos También tenemos en cuenta la clase de persona que
queremos ser y la clase de mundo en la que queremos vivir.
Solución
Al final hay que exponer lo que uno mismo haría en
el caso de encontrarse en una situación semejante. Para ello hay que redactar
una exposición en la que dejemos claro qué es lo que pensamos que se debe hacer
y cuáles son las razones que justifican nuestra decisión. Es decir, se trata de
exponer la decisión que nosotros tomamos basados en los argumentos expuestos en
la pregunta anterior, procurando además refutar los argumentos que están en
contra de lo que nosotros pensamos que es la conducta moralmente buena. Es muy
importante no caer en el error de resolver el dilema proponiendo una solución
intermedia que en cierta medida satisfaga los valores en están conflicto en el
dilema. En ese caso estaríamos evitando el dilema y no dando nuestra solución.
Por tanto, la decisión que ofrezcamos en este apartado tiene que ser una de las
dos que plantea el dilema.
Ejemplo de solución de un dilema
Lo que
sigue es la solución al dilema expuesto al principio.
Enumerar varias opciones
Pueden, claro
está torturar al preso y conseguir su confesión. Pueden también negarse a
hacerlo y afrontar las consecuencias que se derivan de la amenaza de su
comandante. Una tercera opción es denunciar la exigencia del comandante a los
mandos superiores, haciendo ver que no está permitido torturar a los
prisioneros. Aunque difícil, pueden intentar convencer al comandante de que no
se debe torturar a ningún preso, proponiendo como alternativa organizar un
grupo que salga a buscar a los compañeros. También pueden interrogarle con
dureza, pero sin llegar a torturarle y, en último término, fingir que los han
torturado.
Justificar nuestra conducta: argumentos a favor de cada
opción
A) Estos son los posibles argumentos a favor de torturarles:
- Es posible que
los presos, que se niegan a colaborar con el enemigo en condiciones normales,
no soporten la tortura y hablen para dejar de sufrir dolor, lo cual, aunque no
garantiza que los compañeros sean liberados, sí entraña una posibilidad más
para ello
- Teniendo en cuenta
que los presos no van a colaborar si no utilizan la tortura, es bastante
probable que no encuentren a sus compañeros y que éstos acaben muertos al no
liberar a los presos talibanes.
- Los talibanes
no volverán a recurrir a ese tipo de amenazas, al ver que no tienen efecto.
- Quizá consigan
una confesión y en ese caso podrían salvar a sus compañeros. Por mínima que sea
la probabilidad de que confiesen hay que intentarlo, pues la vida de los
compañeros vale mucho más que la de los talibanes presos.
- No torturarlos
implicaría desobedecer las órdenes de un superior y eso es grave dentro del
ejército.
- De esa forma
conseguirían dar un escarmiento ejemplar, sobre todo si se corre la voz entre
los talibanes de los buenos torturadores que son Luis y Juan.
- Se lo merecen.
Ellos han jugado sucio secuestrando a sus compañeros y ahora van a pagar por
ello.
B) Esos son los posibles argumentos a favor de no torturarles:
- La persona que
tortura puede volverse insensible y cruel, dado que los actos concretos son los
que confieren un modo de ser a la persona: somos lo que hacemos.
- Cuando los
enemigos talibanes sepan que los soldados torturan, su deseo de luchar contra
ellos y matarlos o expulsarlos del país, aumentará
- Es posible que
se arrepientan de haber torturado a otra persona y convivan con el sentimiento
de culpa toda su vida.
- No hay que
hacer daño a otras personas y al torturar a alguien se inflige un gran daño físico, psíquico y moral
a la persona torturada.
- La tortura es
una práctica prohibida por los DDHH en cualquier situación, incluida la guerra.
- Las
declaraciones obtenidas bajo tortura no suelen ser muy fiables.
- Torturarlos,
aunque sea un hecho aislado y sólo se torture a unas pocas personas y se haga por
una buena causa, implicaría perpetuar en el mundo una práctica que atenta
directamente contra la dignidad de las personas y que, por tanto, no se debe
permitir por ningún motivo y en ninguna circunstancia. No respetar ni valorar
la dignidad de la persona no atenta únicamente contra aquel individuo concreto
que está siendo torturado, sino contra todas las personas del mundo.
- Normalmente y
salvo excepciones, cuando las personas creen firmemente en su lucha no hay
forma humana ni inhumana de hacerles confesar (son capaces de dar la vida, la
suya y la de sus hijos antes de hablar o de favorecer al enemigo).
Análisis del problema
En el
ejército, la obediencia a las órdenes de un superior es un valor muy
importante. Se espera de un soldado que obedezca a sus superiores cuando estos
le dan una orden o le imponen una misión. En este caso está clara la orden que
les ha dado el comandante.
En caso
de no obedecer van a padecer castigos u otras consecuencias negativas, pues el
comandante les hará pagar su desobediencia. Su vida en el cuartel va a ser
peor.
Además,
en la vida cotidiana y también en el ejército es importante la amistad y el
compañerismo; debemos ayudar y proteger a nuestros compañeros. Sus compañeros
están en peligro de muerte y ellos deben ayudarlos, para evitar que pierdan la
vida.
Junto a
la amistad, deben tener en cuenta la lealtad a su unidad del ejército y a los
compañeros, a los que no pueden fallar en momentos difíciles.
Por otra
parte, la tortura está expresamente prohibida en la Declaración de
Derechos Humanos y en las leyes de todos los países. Torturar es un acto que va
contra derechos fundamentales de las personas y contra las leyes vigentes.
Por
último, torturar significa infligir un daño físico o psicológico considerable a
una persona que está indefensa, dejando secuelas duraderas.
Los tres
valores más importantes son: la vida de sus compañeros: el respeto a la
dignidad de todas las personas; la obediencia en el ejército.
Solución
A pesar
de la casi segura muerte de mis compañeros, en ningún caso recurriría a la
tortura. No siempre el fin justifica los medios y, además, ciertos medios son
contraproducentes pues terminan provocando males mayores que los que se quieren
evitar.
La
tortura es una práctica inhumana y degradante, en la que se humilla y se
inflige un daño difícilmente reparable a unos seres humanos. Todo ser humano,
incluso aquellos que se han comportado injusta o indignamente, debe ser
respetado y tratado como tal. Este respeto incondicional es lo que marca la
diferencia clara entre quienes obran mal y quienes obran bien.
Por otra
parte, aunque algunos mantienen que la tortura es eficaz, nada garantiza que
vayan a decir la verdad. Las confesiones obtenidas bajo tortura no suelen ser
demasiado fiables, pues es posible que las
personas, bajo el dolor padecido, procuren dar información, aunque no
sea cierta. Incluso pueden ser fuertes y negarse, lo que podría exigir acabar
con su vida para evitar que el hecho de la tortura sea conocido. Además, el
prestigio de nuestras tropas entre la población y el enemigo se verá seriamente
dañado. Si llega a los talibanes la noticia de que sus compañeros han sido
torturados, es bien posible que a partir de ese momento luchen con más
determinación, evitando por todos los medios ser capturados por los soldados. No
nos temerán más, sino que aumentará su odio y su deseo de acabar con nosotros.
Cierto es
que mis compañeros pueden esperar de nuestra lealtad que hagamos todo lo
posible por salvarlos, pero tanto ellos como yo sabemos que en una guerra podemos
morir y aceptamos el riesgo. La guerra es una situación muy dura, en la que se
saltan con facilidad todas las normas morales, pero en todo caso hay límites
que no se pueden traspasar y uno de ellos es el respeto a la vida de los
prisioneros. Es más, en caso de torturar, me sentiré culpable; si no lo hago y
matan a mis compañeros, los culpables serán los talibanes no yo. No hacerlo me
ayudará a conservar mi propia dignidad y a no sentirme culpable. Lo importante
no es tanto lo que hacen los talibanes o lo que se merecen, sino lo que hago yo
mismo. El que ellos obren mal no me autoriza a obrar mal yo también. Además les
haremos ver a los talibanes que no vamos a ceder nunca a su chantaje y la
población se dará cuenta de que nuestro comportamiento es mejor que el suyo.
Cierto es
que debo obedecer a mis superiores, pero no cuando estos mandan algo que es
profundamente inmoral. La obediencia debida no es justificación para cometer
actos inmorales, como se ha podido comprobar en otras situaciones parecidas. Nuestras
tropas luchan para conseguir que en el país que ocupamos, Afganistán, se
implante una sociedad más justa y haya paz, pero la tortura es contraria a esos
fines. Si llegan a castigarme por ello, será injusto pero tendré que aceptarlo,
pues siempre es mejor padecer una injusticia que cometerla.
En
definitiva, las razones anteriormente expuestas hacen ver que es mejor negarse
a obedecer la orden. Los posibles beneficios de hacerlo no están claros, y si
están más claros los daños que pueden ocasionar. Y lo que es fundamental: hay
valores morales básicos que nunca pueden ser atropellados y vulnerados.
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